“Smartphones” y tabletas: ¿otros miembros de la familia?
Aunque es evidente la rápida incursión de teléfonos celulares inteligentes y tabletas en los hogares, se advierte sobre la importancia de limitar su uso.
Es evidente el poder que tienen los dispositivos electrónicos, especialmente celulares y tabletas, en las dinámicas familiares. Uno de los resultados más dicientes reveló que el 53 por ciento de los padres que tienen hijos de 13 años o menos utilizan la tecnología móvil para tranquilizarlos.
Cita el mismo reporte que el 44 por ciento de los padres de familia entrevistados afirmó que darle a sus hijos el smartphone o tableta para que vean algo, es igual de conveniente a que lo hagan en la televisión. Entre tanto, el 74 por ciento aseguró haber descargado una aplicación móvil para ellos, mientras el 52 por ciento les permite utilizar smartphones y tabletas. De igual forma, de acuerdo con la encuesta, el 25 por ciento de esos niños posee su propio dispositivo móvil, mientras el 29 por ciento tienen permiso para emplear uno familiar como la tableta de sus padres.
Al respecto, Caro Molina, sicóloga clínica especialista en desarrollo infantil y directora del Centro Terapéutico Mentalizarte, advierte que si bien la tecnología es indispensable en la vida familiar y laboral por la cantidad de beneficios que trae para los usuarios, hay que tener cuidado con no exponer demasiado a los niños y no dejarlos incursionar en la tecnología cuando aún no tienen la edad apropiada para hacerlo.
Tabletas no pueden reemplazar los juegos tradicionales
Pero como no se trata de satanizar los implementos tecnológicos ni mucho menos reglamentar su utilización de manera universal, es claro que algunas tabletas con fines didácticos y que fomentan el sano desarrollo cognitivo pueden empezar a manipularse a partir de los 8 años. No desde los tres o cuatro años como sucede en ocasiones, pues estas no deben remplazar los juegos tradicionales.
“Bajo ninguna circunstancia la tableta debe convertirse en el único juguete disponible de la casa porque los convencionales, que se han empleado toda la vida, tienen una función específica y es contribuir con el desarrollo motriz, el cual, entre otras cosas, también se trabaja a través del arte y los deportes”, sostiene la especialista.
“Yo recomiendo tener mucho cuidado con las fotos, pues hasta los teléfonos más sencillos tienen cámara fotográfica. Por eso, es importante hablar con los hijos sobre la importancia de proteger la privacidad propia y la de los demás. Contarles una historia de alguien que corrió peligro o se expuso por subir a Internet una imagen inapropiada puede ser muy útil, aunque también hay que hablarles de los beneficios de las cámaras en los celulares”, dice la sicóloga.
La tecnología no es la “niñera”
Aunque para algunos adultos puede resultar cómodo relegar el entretenimiento y el esparcimiento de los niños a una tableta o celular para dedicarse a otras labores de la vida cotidiana sin contratiempos, lo cierto es que la tecnología no debe suplir la comunicación cara a cara ni el tiempo para compartir en familia.
“Puede ser fácil no tener que destinar una hora diaria para jugar o hablar con los hijos. Sin embargo, ellos necesitan de esa interacción, de esa hora de juego, para desarrollar todas sus áreas y estrechar el vínculo con sus padres y familiares. Por eso, el llamado es a no cambiar una conversación directa por un mensaje en el chat ni recurrir a la tecnología como si fuera un calmante”, sugiere Caro Molina.
Pero el mejor camino para encontrar un equilibrio entre las dinámicas familiares y el tiempo que se destina a la tecnología es establecer límites claros. En primer lugar, se recomienda definir en qué momentos se puede recurrir a las tabletas y teléfonos celulares y en cuáles no.
De acuerdo con la sicóloga consultada, no es conveniente hacerlo durante las comidas o en un evento familiar porque se trata de espacios vitales de comunicación que fomentan la unión entre los miembros de la familia. Así mismo, aunque algunos colegios permiten su utilización, no se aconseja consultar el celular o la tableta durante el horario de clases debido a que pueden desviar la atención de los niños.
Al llegar del colegio, la prioridad debe ser primero comer y descansar para luego centrarse en las tareas escolares. La dedicación exclusiva a los dispositivos tecnológicos como medio de esparcimiento no debe superar las dos horas diarias e idealmente su uso debería limitarse al final de la tarde cuando se han terminado los deberes. No obstante, los fines de semana se puede extender el tiempo de conexión.
FUENTE: revistadiners.com.co